sábado, 23 de enero de 2010

África: el gran continente olvidado - sexta parte -

Sudáfrica: Mandela o el arte de hacer amigos

El factor humano

¿Qué se le puede pedir a un libro? ¿Que entretenga? ¿Que sea vibrante y conmovedor? ¿Que te anime el día? ¿Que te deje una amplia sonrisa al final? ¿Que te reconcilie con el mundo? Quizá sea exigir demasiado, pero todo esto consiguen las 331 páginas de El factor humano, de John Carlin (Seix Barral), un relato apasionante de la transición sudafricana del régimen del apartheid a la democracia y su consolidación en el mundial de rugby de 1995.

El factor humano de John Carlin debería ser lectura obligada para políticos, mandatarios del mundo y responsables en la resolución de conflictos (padres incluidos), si bien los demás ciudadanos también tenemos muchas razones para tomar nota del ejemplo de Nelson Mandela, su indiscutible protagonista. Su cautivadora personalidad vertebra la narración e ilumina cada párrafo, cada línea, en que aparece.

El largo y difícil camino del líder del Congreso Nacional Africano, encarcelado durante 27 años, hacia la soñada reconciliación nacional entre blancos y negros es narrado entrevista a entrevista, declaración tras declaración, rueda de prensa tras rueda de prensa, como el propio Mandela lo concibió desde la prisión de la isla de Robben y como fue sucediendo después de su liberación en 1990. Un solo dato basta para constatar la actitud visionaria del que sería primer presidente democrático de Sudáfrica: durante los años que estuvo privado de libertad aprendió afrikaans, la lengua de sus acérrimos enemigos que querían verle muerto: hasta tal punto eran firmes su espíritu negociador y su intención de dialogar con los rivales. Lejos de instigar el odio y la venganza, propuso la reconciliación como única vía de futuro: todos (blancos y negros) eran sudafricanos y todos habrían de construir la nación del mañana.

Nelson Mandela

Y casi todo sucedió como él había diseñado: sin confrontación civil ni derramamiento de sangre. Otros protagonistas de aquellos años, entrevistados por John Carlin para la elaboración de El factor humano, coinciden en el magnetismo de su personalidad, su sonrisa, sus modales exquisitos, su elegancia, su sagacidad política, su empatía con el interlocutor... Todos fueron, poco a poco, cayendo rendidos ante su presencia: primero fueron sus carceleros blancos; segundo, el temido presidente Botha, que le concedió una entrevista crucial en julio de 1989, estando aún encarcelado; tercero, todos sus interlocutores políticos (blancos y negros, de la extrema derecha y de la izquierda), a los que atrajo hacia su causa de una futura “evolución pacífica”; cuarto, el equipo nacional de rugby, los Springbocks, que asumió la responsabilidad de concitar el sentimiento nacional de blancos y negros en la final del mundial de rugby de 1995, bajo el lema: “Un equipo, un país”. Y por último, toda Sudáfrica y el mundo entero, que asistió pletórico de alegría a su proclamación como presidente en 1994.

El pasado 9 de mayo, Jacob Zuma juró su cargo como cuarto presidente democrático de Sudáfrica, después de Nelson Mandela, Thabo Mbeki y Kgalema Motlanthe. Éste parece un buen momento, pues, para rememorar el milagro sudafricano en las páginas de El factor humano, de John Carlin. Aunque el desenlace del libro se conoce de antemano, el suspense y la emoción que impregnan la historia lo convierten en una lectura tan irresistible como la mejor novela de intriga. Uno necesita llegar al final y saber qué pasa, aunque ya lo sepa.

mundo-geo

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