martes, 30 de marzo de 2010

Buenos Aires Verde, especies invasoras

Como vimos en el artículo anterior, las especies animales traídas por los españoles modificaron el paisaje y el ecosistema local para siempre. Veamos un poco cuáles eran esas especies y cómo se adaptaron, desplazando a las locales mientras tanto.

image Buenos Aires Verde, especies invasoras Los primeros invasores fueron caballos y vacas liberados por los hombres de Mendoza al abandonar a la primera Buenos Aires. A ellos se les unieron las ovejas traídas para la segunda fundación de la ciudad, en 1580.

Pero de estos tres animales, sólo las vacas se volvieron salvajes, y se multiplicaron por miles por toda la provincia, no sólo cerca de la ciudad.

Según los estudios que se hicieron, las vacas se adaptaron tan bien porque los pastos pampeanos eran excelentes como alimentación, y también porque podían soportar el calor, el frío y los rayos del sol.

Así las vacas, ovejas y caballos compitieron por el alimento y el territorio con el venado local, al que terminaron haciendo desaparecer hacia el siglo XVIII. Y como decíamos antes, también modificaron los pastos y plantas de la región, ya que comían de una forma más voraz que los venados, y por ende también producían más estiércol, abonando la tierra para que proliferasen otras especies vegetales que antes habían vivido en segundo plano.

Así fue que los pastos duros que caracterizaban a la región fueron reemplazados por pastos blandos, y gracias a este cambio se esparció más el trébol por ejemplo, que a su vez vuelve más fértil el suelo, porque impide la degradación de la tierra.

image1 Buenos Aires Verde, especies invasoras De a poco, con el crecimiento de la ciudad y el paso de los años, el paisaje local fue mutando, con cultivos y nuevas especies animales introducidas, como las liebres europeas, que, llegadas en 1888 a Rosario, se expandieron por varias provincias, toda Buenos Aires incluida. Si bien aquí tuvo una ayuda con una nueva introducción que hubo en Tandíl en 1898, en el centro de la provincia.

El cerdo se cree que llegó con la primera fundación de Buenos Aires, pero no se volvió salvaje, siempre estuvo dentro de la ciudad, por las plazas, y también en las chacras.

Otro animal que hizo estragos entre la fauna local fueron los perros. Estos vinieron con los españoles desde el principio, y se volvieron jaurías salvajes que hicieron retroceder al yaguareté local. Atacaban tanto a los pocos venados que había, como al ganado cimarrón. Pronto se volvieron un gran problema para los ganaderos, así que cada tanto el Cabildo de Buenos Aires organizaba partidas que salían a cazar perros, para controlarlos.

Los cielos y árboles locales también se plagaron de aves extranjeras como los gorriones, la paloma, la codorniz, y también el jilguero y el estornino, este último degenerado en plaga desde los años 80 del siglo XX.

La flora no es una excepción. Según estudios ecológicos, el 23 por ciento de la flora actual de la provincia de Buenos Aires es invasora, lo que hace a unas 400 especies. Entre las especies vegetales introducidas, se destacan los ligustros; el árbol paraíso, traído de Asia a principios del siglo XX; los naranjos.

También en las pampas los pastizales interminables no fueron sólo reemplazados por cultivos de todo tipo, sino que los pocos que quedaban salvajes, están hoy compitiendo con los pinos de todo tipo traídos por los estancieros a fin de forestar la zona, desde principios del siglo XX. El principal es el pino Alepo, que en los últimos tiempos ha aumentado diez veces en la superficie ocupada.

Los pastizales pampeños, que habían caracterizado a toda la zona durante diez mil años, no pudieron tolerar que nadie les hiciera sombra, literalmente. Son heliófilos, o sea que necesitan sol constante.

Y con la desaparición de los pastizales están desapareciendo las aves que solían vivir en ellos, como las perdices, la ratonera o la cachirla; para ellas el bosque de pinos es tan artificial como una playa de estacionamiento de cemento.

Pero hoy en día, en la ciudad de Buenos Aires, es casi imposible encontrar alguna especie que no sea foránea, hay que ir a la Reserva Ecológica para poder encontrar la fauna y flora originaria, esa misma que vieron por primera vez los españoles hace más de cuatrocientos años.

fuente sustentator

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